Saga: Flores en el ático - V.C. Andrews (1979)


Flores en el ático (V.C. Andrews)



Existen ciertos libros con los que tenemos una conexión distinta, y esa característica nos nubla un tanto el juicio a la hora de analizarlo. O por lo menos a mí.  Flores en el ático llegó  a mis manos por casualidad. En realidad estuvo en mi poder desde que tengo memoria, ya que pertenecía a mi vieja (y lo conjugo en pasado porque no pienso devolvérselo).  De hecho, el libro daba justo sobre el lateral de la biblioteca, que estaba compuesta por cañas cruzadas (en la década del 80 había muebles así, lo juro), por lo tanto  uno podía ver la tapa o contratapa del libro a través de las rejitas. Y ahí estaba, la boca medio sensual medio erótica, con esa especie de grito, los dedos rasgando el papel como queriendo escapar, incluso la tipografía era distinta a los demás libros del estante.  Llamaba mucho la atención.  Sobre todo para un niño curioso con una infancia sin señal de televisión hasta las 12 del mediodía y antes de la masificación del  family game.  Yo leía cuentos, pero esos eran libros para grandes, y lo agarré recién cuando me consideré lo suficientemente grande (o sea, a los 13). Y en verdad me impactó. Y hasta creo que fue uno de mis grandes ganchos con la literatura. No tenía idea de quien era  V. C. Andrews, o si  el libro era bueno, malo, no lo sé. Tampoco me atrevo compararlo con otros. Es uno de esos libros distintos que contienen esa carga extra de magia, y mil veces me quedé mirando la portada tratando de imaginar de qué demonios se trataba. 


Y hasta aquí el momento nostálgico ochentoso estilo Ready player one. (No pude incluir los cassettes rebobinados a lapicera, ni a He-man, ni a V invasión extraterrestre. Sepa el lector disculpar, no me dá el contexto)

 
En los '80 la gente de la tele era así.
Flores en el ático es el libro perfecto para regalarle a alguien que nunca leyó, o que no tiene el hábito de la lectura. Lo intenté varias veces y siempre funciona, a la gente le gusta.  Los lectores un poco más nutridos quizás no se sorprendan tanto, aparte de que los tabués en los que descansa la historia ya los hemos visto replicados varias veces, sobre todo en el cine. Seguramente en su época debe haber sido un verdadero golpe bajo al lector. Pero el estilo siempre se mantiene fresco (la última vez que lo recomendé fue en el 2017 y ¡volvió a funcionar!). 


Posee una atmósfera de presión psicológica continua, y una lectura ágil  que mantiene el ritmo sin lagunas hasta el final. Una novela prolija y bastante oscurita por momentos, que catapultó el éxito de la autora a la categoría de best seller en el raking #1. No leí otra cosa de esta escritora, pero tengo entendido que ninguna de sus otras sagas tuvo el impacto de Flores en ático, y están más apuntadas a la novela romántica. De ahí que se hubiera ganado el desprecio de escritores como Stephen King, entre otros.(Sin descalificar al maestro, pero tampoco todo lo que salió de sus manos fue oro puro).   

Mi madre y yo éramos más así.
La saga se compone de cinco libros, “Flores en el ático”, “Pétalos al viento” (secuela directa, imposible de apreciar sin leer el primer libro y cierra lo suficientemente como para que el resto de la saga se vuelva innecesario), “Si hubiera espinas” (ya una generación posterior de peronajes), “Semillas del ayer” (que retoma la narración en boca de su protagonista original, ya anciana, y ya cayéndonos bien) y “El Jardín  sombrío”, una suerte de precuela narrada desde el punto de vista de otro personaje importantísimo del primer libro. Algunos más serios, algunos más romanticones, pero ninguno con la fuerza del primero. Debo confesar que aún no leí el último, espero llevarme una linda sorpresa porque el enfoque puede ser interesante.
Existen dos adaptaciones en cine, una bastante peculiar de la década del 80 que trata de retratar el ambiente de thriller psicológico pero con un resultado bastante flojito (nota aparte para el maquillaje de las las últimas secuencias)  y una del 2005 para la televisión Británica, bastante más acertada y mejor producida, con sus respectivas secuelas. (Igual, no es lo mismo contar esta historia en el 2005 que contarla en el  ‘79, cuando salió a la venta. Y aparte, apelando al clásico leitmotiv de los lectores, “no- se-compara- con- el-libro.”)

En fin, es una muy buena novela, es recomendable, y seguramente no pase desapercibida una vez que se decida a encararla. Como verán no mencioné absolutamente nada de la trama, porque me parece que una de esas tramas que conviene que lo tomen a uno por sorpresa: estoy seguro de que superará sus espectativas. Por lo menos el primer libro: después la inercia se encargará de conducirlo a través de los misterios y desventuras de la disfuncional familia Dollanganger.  Y no se olvide de su calidad de regalo: no falla nunca.
                                                        Buena lectura.


Maut.






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